Muchos de nosotros tenemos una relación de amor / odio con las comidas Navideñas: por un lado disfrutamos de las celebraciones y el estar con amigos y familiares y por otro tememos al riesgo de perder el control de nuestra alimentación y empezar el nuevo año con la sensación de haber tirado por la borda todos nuestros esfuerzos en llevar una alimentación correcta.
Una parte de nosotros tiene muy claro que “este año no me voy a pasar” y sabe “qué tengo que comer y qué es lo que no me conviene” pero cuando nos sentamos a la mesa en las reuniones de Navidad y vemos la comida no podemos evitar darnos atracones. Otra parte de nosotros (llamémosle “el yo saboteador”) nos dice: “no pasa nada, solo es una vez al año, total no me va a sentar mal…..”. (Esta pelea interna entre estas “partes” me recuerda a cuando en los dibujos animados aparecen el angelito y el demonio). ¿Por qué no podemos parar de comer y tenemos esta relación tan adictiva con la comida?”. Porque nuestro cerebro está bloqueando nuestra capacidad de control sobre el qué y cuánto comer. Y, ¿por qué la bloquea?.
Nos embarcamos en dietas basadas en restricción de alimentos. Las empezamos con el entusiasmo de un nuevo romance y terminamos con una decepción ya conocida y una muy baja autoestima. Las dietas basadas solamente en la fuerza de voluntad para intentar comer menos no tienen en cuenta el gran impacto que tiene nuestro cerebro inconsciente y la bioquímica de nuestro cerebro en nuestra relación con la comida.
Los hábitos formados a lo largo de los años dirigen nuestra atención e influyen en nuestras elecciones sobre la comida a un nivel que va más allá del cerebro pensante (neocortex). Las dietas basadas en restricciones de comida no pueden funcionar a largo plazo porque los patrones inconscientes del cerebro vuelven al ataque y finalmente pueden con la más fuerte de las fuerzas de voluntad.
10 CONSEJOS PARA QUE NO SE TE INDIGESTEN LAS COMIDAS:
Si todo esto te suena familiar es necesario tener un plan de acción y no dejar nuestras elecciones al azar para poder sobrellevar mejor estas comidas navideñas.
- Comer con tranquilidad y disfrutando de cada bocado: antes de empezar a comer haz un par de respiraciones profundas.
- Empezar las comidas con una infusión de manzanilla dulce y melisa o un caldo de verduras calentitos para “relajar” el estómago.
- Masticar los alimentos.
- No hacer más de una comida copiosa al día: el resto del día procurar comer cosas ligeras (sopas, caldos, purés, compotas, frutas frescas….)
- Acompañar las carnes de una buena ensalada de hojas verdes (escarola, endivias, kale, rúcula….), ajo, sal marina sin refinar, aceite de oliva, zumo de jengibre y vinagre de manzana.
- También se pueden tomar trozos de piña y papaya natural que nos ayudarán a digerir las proteínas gracias a su contenido en enzimas digestivas (proteasas).
- Olvidarnos de los dulces industriales y elaborar postres caseros: usar fruta seca, miel, estevia o azúcar integral para endulzar en lugar de azúcar blanco.
- Procurar no tomar los dulces de postre. Mejor tomar una infusión después de las comidas (ver siguiente consejo) y dejar el postre para más tarde.
- Tomar una infusión digestiva (manzanilla, alcachofera, boldo, menta, anís e hinojos) después de las comidas.
- Hacer alguna actividad física a diario: por ejemplo dar un paseo después de las comidas
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