Esta entrada está diseñada para las personas que no tienen dolores y nadan regularmente como ejercicio y no como deporte (ésto segundo es otro mundo), y para los pacientes (no todos), que por su tipo de problema se les ha indicado en su caso concreto el ejercicio de la natación con fines terapéuticos.
Recordemos que la natación no tiene porque ser el ejercicio por excelencia para la espalda, a pesar de lo que nos tienen acostumbrados.
-El paciente o persona tiene que tener una destreza bastante aceptable para llevar a cabo este ejercicio, si no es el caso deja de ser terapéutico.
–Lo ideal cada cierto tiempo es estar supervisado por un profesional de la natación para observar y corregir los errores durante el ejercicio. No es fácil no cometer errores.
–El estilo de la mariposa no estaría indicado para el perfil del lector de esta entrada, requiere mucha destreza en muchos sentidos y el gesto es muy violento.
–El estilo de braza tampoco estaría indicado puesto que existe un alto grado de extensión lumbar y la batida de piernas genera bostezos en la cara interna de las rodillas, por no hablar de las cervicales si se mantiene la cabeza fuera del agua.
-El estilo de espalda no suele ser dominado por mucha gente, si no se domina mejor no hacerlo, la cabeza debe estar relajada y en correcta posición. La pelvis no debe hundirse y mantenerse alineada con la superficie junto con una respiración óptima para una correcta flotación. Utilizar un flotador entre las piernas para ejercer el entrenamiento analítico de los brazos no está indicado puesto que se elimina el efecto equilibrador de la batida.
–El estilo de crol, el más ejercitado por todo el mundo, por ello mismo es importante tener en cuenta una correcta alineación de toda la espalda respecto a la superficie. Realizar un buen balanceo del cuerpo sobre un eje a lo largo de toda la espalda para evitar excesivas rotaciones compensatorias del cuello a la hora de respirar y una buena batida de piernas para equilibrar el movimiento del cuerpo, no para dar potencia. Una buena técnica en el movimiento de los brazos para evitar problemas en los hombros y respirar por ambos lados para no generar asimetrías y mal adaptaciones.
No se recomienda nadar con el flotador entre las piernas porque se genera excesiva movilidad en la zona dorsolumbar y tampoco nadar con el flotador entre las manos con los brazos extendidos porque se arquea mucho la zona lumbar.
A pesar de que el fisioterapeuta se sirve en ocasiones de ejercicios acuáticos y de natación terapéutica porque tienen la ventaja en determinadas fases de la rehabilitación por el efecto desgravitatorio y de la resistencia del agua para realizar ejercicios antes de lo que sería en tierra, no quiere decir que sean siempre los más idóneos para la espalda u otras zonas del cuerpo. No olvidemos que vivimos en un medio terrestre y tenemos que ser capaces de realizar nuestras funciones bajo el efecto de la gravedad y nuestro peso sin problemas, ese es el objetivo final.
Autora del artículo: Jon Verdejo, osteópata y fisioterapeuta.